No les des pescado, ¡enséñales a pescar! |
¡Toma nota!
Las
riquezas de la Iglesia es un tema que sale a colación muy rápido en cuanto toca
la declaración de la renta o se hace una campaña especial en favor de los
desfavorecidos. Siempre estamos con los mismos tópicos de ¿por qué los
Cardenales o el Papa visten tan ostentosamente? ¡Que vendan sus anillos y sus
palacios, y den de comer a sus pobres! ¿Por qué la Iglesia en España ha de
estar exenta de determinados impuestos por su labor benéfica, cuando solo
destina apenas un 2% a esa labor? ¡Que dejen sus hipocresías y reconozcan que
lo único que les interesa es mantener el poder que tenían en la Edad Media!
¿Por qué en tiempos de crisis el Papa se dedica a organizar jornadas para
jóvenes católicos en vez de vivir la austeridad y quedarse “calladito” en el
Vaticano?
Bien, este
post ofrece mi visión personal sobre el asunto, y los datos que he ido
recabando al respecto. Esto no lo dice la Iglesia sino que lo digo únicamente
yo, quiero decir que sobre esto se puede opinar distinto y que habrá opciones
igualmente o más válidas que la mía. Recogiendo los argumentos del vídeo
de JMJ YA, y las opiniones que al respecto han suscitado
en Internet sobre el IBI, las “amenazas” de Rouco, la financiación de Cáritas,
etc., etc., estas son mis conclusiones:
1. En
primer lugar, la Iglesia es una institución humana pero con fines
sobrenaturales: es decir, que no pretende tener ningún poder terrenal, pero
como está en el mundo, ha de asegurarse de alguna manera su subsistencia. De
ahí que haya ciertas propiedades que pertenecen a la Iglesia, igual que hay
ciertas propiedades que pertenecen a organizaciones sin ánimo de lucro. No he
encontrado ninguna relación exacta y objetiva de a cuánto ascienden los
beneficios de los terrenos y bienes de la Iglesia como organización mundial. Es
evidente que la mayoría de estos bienes inmuebles son iglesias y monasterios.
En el caso de iglesias antiguas o de catedrales se trata de propiedades muy
difíciles de vender (¿algún excéntrico millonario estaría dispuesto a adquirir
la Catedral de Santiago?, ¿cómo tasar propiedades de este calibre?), y en
cualquier caso, ¿tiene la Iglesia derecho a vender lo que ha recibido de
donaciones pasadas? ¿Hasta qué punto es propietaria de estos edificios? ¿Qué
cuesta más: encargarse de las labores de mantenimiento del gran patrimonio
artístico, cultural e histórico de la Iglesia; o los beneficios que le reporta?
Si hablamos de las nuevas parroquias construidas en bajeras o nuevos edificios,
es más razonable postular que alguien esté interesado en comprar los terrenos,
pero surgen más cuestiones, ¿qué le es más rentable a la Iglesia, vender todas
sus posesiones y pagar un alquiler por todo aquello que usa?, o bien, ¿tener un
mínimo de propiedades con las que desarrollar su labor.
2. Está
claro que la Iglesia como institución humana necesita de ciertos medios para
realizar su labor. Muchos santos se escandalizaron de esto (San Francisco de
Asís, la Beata Madre Teresa de Calcuta) prefiriendo la vida sencilla, pero es
cierto que si una organización mundial carece de un “ordenamiento jurídico”
acaba siendo más un gallinero que no cumple con los fines que le encomendó su
Fundador. Muchas personas religiosas están por ello muy a favor (es propio del
espíritu cristiano recogido por San Agustín en su tratado acerca de las dos
ciudades) de la separación Iglesia-Estado que se da con la Ilustración: es como
una manera de quitarse de en medio para servir mejor a sus fines propios que
son al final la salvación de las almas. Si se pudiera vivir un desprendimiento
absoluto de todo lo material y a la vez desempeñar las tareas de
evangelización, la Iglesia la adoptaría sin dilación. Me parece que si las
cosas están como están es porque no se ha encontrado una manera mejor de
hacerlas.
3. Puede
que haya personas pertenecientes a la Jerarquía eclesiástica que no viven lo
que predican. Es una de las mayores penas de la Iglesia, pues desde su posición
deberían dar ejemplo de una vida austera. En general, los sacerdotes, obispos y
el Papa reciben un salario que estará adecuado a las circunstancias de cada
país (no es lo mismo ejercer la labor en un país desarrollado que en otro en
vías de desarrollo), con el que podrán acceder a los servicios básicos de
vivienda, alimentación y sanidad, y en ocasiones atender a sus familiares. Como
trabajadores nadie les negará que tienen derecho a percibir un sueldo.
4. ¿De
dónde proviene el dinero de la Iglesia? De los beneficios de sus propiedades y
de los donativos. Es verdad que hay países en los que tienen financiación del
Estado por motivos histórico-políticos, pero es verdad también que aquellos
países más favorecidos económicamente “mantienen” en buena medida la iglesia de
otros lugares: existen las parroquias hermanadas, la colecta por los cristianos
de Tierra Santa, el Domund, etc.
5. ¿Por
qué el Estado Vaticano no presenta sus cuentas? No lo sé, ojalá las presentara,
y si hay algo de corrupción, ojalá lo mejorásemos entre todos. Parece ser que
Pablo VI se esforzó por lograr una mayor transparencia en las operaciones
financieras del Vaticano, pero que sus esfuerzos no han tenido resultados
visibles apenas. Como digo, la situación ideal sería que la Iglesia no
necesitar de medios materiales para ejercer sus funciones, pero la realidad es
muy distinta. El Cardenal Ratzinger, entonces, Prefecto de la Congregación para
la Doctrina de la Fe, decía en su entrevista con Peter Seewald que él reduciría
el personal administrativo del Vaticano. Como se ve son cuestiones opinables en
las que se trata de hacer lo mejor, aunque a veces no se acaba de conseguirlo.
Sin embargo, entiendo en parte por qué las cuentas de la Iglesia nos parecen
opacas…, y es que una institución que trabaja con personas y que atiende a un
volumen semejante de seres humanos ha de ser muy delicada con los datos
personales (donaciones anónimas que se pueden hacer por motivo de expiación,
financiación a personas necesitadas que no desean figurar como tales,…), y que
al fin y al cabo la Iglesia abarca un sinfín de pequeñas parroquias, cada una
independiente en su situación económica aunque siempre fieles al Magisterio de
la Iglesia.
6. Muchas
personas consideran que los artículos de culto y liturgia son ostensiblemente
caros para un Dios que se hizo hijo de carpintero y que predicó el
desprendimiento a sus discípulos. Una vez más, entran aquí las consideraciones
de hasta qué punto la Iglesia puede gestionar lo que ha recibido como
donaciones del pasado. En cualquier caso, la figura de Jesucristo es en sí
misma un Misterio, pues así como predicó la pobreza, también le echó en cara a
su anfitrión que no tuviese con Él los detalles materiales de cortesía que se
observaban en la época, y ante el despilfarro de la mujer que embalsama su
cabeza dice la siguiente afirmación: “Pobres los tendréis siempre, pero a mí no
siempre me tendréis”, es decir, que aún siendo Dios valoraba las cosas
materiales. Además, en buena medida los cálices y Custodias han sido hechos con
donaciones pequeñas de personas que decidieron honrar de esa manera a su Dios,
¿hasta qué punto la Iglesia puede contradecir la voluntad de esas personas ya
olvidadas? Por otro lado, aunque no es un ejemplo exacto ya que Dios está muy
por encima de lo que el hombre pueda ofrecerle, podría compararse con lo que se
regalan dos prometidos. Nunca he oído que el novio regale una hierba como
anillo de compromiso aduciendo la hambruna del cuerno de África… Efectivamente,
fuera de contexto, se le achaca a la Iglesia que presume de ser una
organización sin ánimo de lucro que sirve a un Dios que predicó la pobreza,
mientras ella nada en la sobreabundancia. Como digo, las riquezas de la Iglesia
no es algo tan sencillo de determinar, ni quien sale más o menos beneficiado de
todo esto.
7. La
gente, en ocasiones, se ríe cuando se alega que la Iglesia no solo aporta
bienes materiales sino personas. Lo cierto es que después (y antes y durante)
de una catástrofe natural o de la guerra, los misioneros, religiosos y laicos
están ahí arriesgando su vida y lo que tengan y no por un salario, sino porque
como cristianos lo consideran una obligación.
8. Los
viajes del Papa. Todos los dirigentes de un país realizan visitas diplomáticas,
¿qué tiene de especial que lo haga también el del Estado Vaticano? Pues… Que la
Iglesia predica pobreza y representa a Cristo. En mi humilde opinión, lo uno no
quita lo otro. El Papa viaja porque quiere conocer su iglesia, la Iglesia que
le ha sido encomendada, y los fieles le estamos muy agradecidos por sus viajes
que llenan de consuelo a las personas que han sufrido una catástrofe, que en
ocasiones fomentan el turismo (y por tanto el empleo), y sobre todo porque
merece la pena especialmente para los católicos, pero en general para todo el mundo,
escuchar al Vice-Cristo, a una persona de la talla humana e intelectual como
Benedicto XVI. En una época en la que nuestros sistemas de vida, ya sean
económicos como políticos o simplemente sociales, están haciendo aguas por
todos lados, nos viene bien que nos recuerden “lo que siempre dice la Iglesia”
para llenarnos de fe, para ser testigos de la luz de Cristo en medio del mundo.
Además, el Papa lleva una carga muy pesada sobre sus hombros, cualquier padre
se complace viendo a su familia, supongo que él experimenta algo así. Es cierto
que sus viajes requieren una preparación logística y de protección tanto por
las masas que mueven como por la seguridad de la persona del Papa. Pero nadie
tenemos ni idea de cuál es el comportamiento del Papa con sus posesiones, y por
tanto, juzgar que no vive la pobreza. -Vive en un palacio. Bueno, es relativo…
Vive en unos apartamentos dentro del Vaticano, porque sería un absurdo que
tuviera una vivienda en alquiler… No sé, probablemente se podrán hacer las
cosas de manera distinta, pero en vez de criticar tanto lo que hace o deja de
hacer, deberíamos antes mirar, a ver si nosotros vivimos lo que le exigimos al
Papa.