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lunes, 17 de diciembre de 2012

Los orígenes de la Navidad

¿Sabías que...:
- el árbol de Navidad también es una tradición cristiana y que Juan Pablo II lo puso por primera vez en la Plaza de San Pedro en 1982?
- que la costumbre de celebrar una Misa en la vigilia de Navidad empezó en el siglo V, impulsada por el Papa Sixto III. Desde entonces, cada 24 de diciembre celebramos la Misa del Gallo?
- que el primer Belén lo puso San Francisco de Asís en 1223?
Y muchas cosas más que puedes aprender sobre los orígenes y significado de las costumbres navideñas. 
Pincha en estos enlaces: 

Además, si quieres saber qué pasó en Belén desde un punto de vista histórico, aquí tienes la respuesta.

jueves, 6 de diciembre de 2012

La fe a los 20

Las iniciativas que el año de la Fe se multiplican por toda la web. En esta ocación, hemos buceado en la página del Opus Dei y hemos encontrado esta sección "La fe a los 20".
Contiene vídeos que son un buen testimonio de un catolicismo vivido 100% con gran sencilles y ¡con 20 años!. Por si alguno creía que la fe no es para jóvenes.
En concreto, en este puedes ver a un estudiante argentino y  una italiana, que explican cómo "vivir la fe es tener presente a Dios en todo lo que hace", intentando ser coherente en su  actuación diaria, sirviendo a los demás, intentando ser mejor, metiendo la pata y sacándola...
No tienen desperdicio.





El revuelo levantado por mula y el buey

El Papa reza ante el Misterio de la Plaza de San Pedro


Con la publicación del tercer volumen de Jesús de Nazareth escrito por el Papa Benedicto XVI, los medios de comunicación han levantado un revuelo porque: ¡el Papa pretende quitar al buey y a la mula del Belén!
Nada más lejos de su intención, a juzgar por sus propias palabras, que es mejor leer directamente: 


“San Agustín ha interpretado el significado del pesebre con un razonamiento que en un primer momento parece casi impertinente, pero que, examinado con más atención, contiene en cambio una profunda verdad. El pesebre es donde los animales encuentran su alimento. Sin embargo, ahora yace en el pesebre quien se ha indicado a sí mismo como el verdadero pan bajado del cielo, como el verdadero alimento que el hombre necesita para ser persona humana. Es el alimento que da al hombre la vida verdadera, la vida eterna. El pesebre se convierte de este modo en una referencia a la mesa de Dios, a la que el hombre está invitado para recibir el pan de Dios. En la pobreza del nacimiento de Jesús se perfila la gran realidad en la que se cumple de manera misteriosa la redención de los hombres”.

            Continúa el Papa: “Como se ha dicho, el pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1,3: «El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende.»

            Peter Stuhlmacher hace notar que probablemente también tuvo un cierto influjo la versión griega de Habacuc 3,2: «En medio de dos seres vivientes... serás conocido; cuando haya llegado el tiempo aparecerás». Con los dos seres vivientes se da a entender claramente a los dos querubines sobre la cubierta del Arca de la Alianza que, según el Éxodo (25,18-20), indican y esconden a la vez la misteriosa presencia de Dios. Así, el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza, en la que Dios, misteriosamente custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para «el buey y el asno», para la humanidad compuesta por judíos y gentiles.

            En la singular conexión entre Isaías 1,3, Habacuc 3,2, Éxodo 25,18-20 y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como una representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno” (páginas 76-77-78).

Entonces, ¿cuáles son las conclusiones? El Papa no elimina al buey y la mula, al contrario, explica el origen buscándolo en la Tradición: ya los primeros cristianos relacionaron los pasajes de Isaías, Habacuc y el Éxodo y representaron el nacimiento con un buey y una mula. No hay ningún inconveniente en seguir poniéndolos en el Belén y además, valorar su significado teológico.