A veces cuando rezamos creemos que Dios se hace el sordo, porque no nos da lo que pedimos.
¿Te imaginas qué hubiera sido de ti si tus padres te hubieran dado todo lo que pedías, en el momento en el que lo pedías? Eso nos puede dar luces de por qué Dios no siempre nos complace.
Y es que la oración no funciona como una máquina de refrescos: meto la oración y sale mi petición.
Pero... entonces.... ¿Dios es malo? ¿o sordo? ¿o no lo puede todo?
No, por supuesto que no: Dios, además de ser la BONDAD, es la SABIDURÍA. Por eso, ¿cómo sé si me está dando lo mejor, aunque no me lo parezca?
Supongo que no te gustaban las medicinas que te daban de pequeño, ¿no? Pero reconoce que te curaron y te hicieron más fuerte. Quizá tus padres no te dieron siempre la comida que te apetecía o no te dejaban hacer o decir lo que querías, pero ¿qué hubiera sido de ti si no te hubieran educado? Con bastante esfuerzo, tus padres te han ayudado a crecer como persona, aunque a veces haya sido doloroso, poco apetecible, incluso duro. ¿No les estás agradecido?
Lo mismo ocurre con Dios: quizá lo entendamos cuando hayamos crecido o en el cielo o ¡nunca! Pero sí sabemos que ha sido lo mejor para nosotros, si es que lo hemos sabido aprovechar.
Pero a veces sí nos hace ver qué hemos conseguido con nuestra oración: compruébalo con este testimonio.